J Felipe Cajiga
La empresa es un agente muy importante para el desarrollo económico y el avance tecnológico. Ha llevado a nuestro planeta a convertirse en una Aldea Global, donde han sido derribadas las barreras de la distancia, el tiempo y las culturas. Tanto los ciudadanos persona como los ciudadanos empresa son más interdependientes.
Más que nunca elevar la calidad de vida y mantener niveles de bienestar aceptables, depende de la acción y cooperación a todos los niveles (local, regional, nacional e internacional) y de todos los sectores. La empresa tiene un rol muy determinante en esta labor.
La razón de ser de la responsabilidad social no es crear una imagen positiva ante la comunidad, esto será una consecuencia. Mucho menos deducir impuestos. Cuando la empresa es capaz de reconocer su responsabilidad sobre los impactos derivados de su actuación sobre otros grupos e individuos ajenos al negocio y va más allá de remediar o resarcir y asume como parte de su gestión misma, la gestión de sus impactos de una forma estratégica y anticipada. Está alcanzando la facultad no solamente de enfrentarlos, sino de gestionarlos para maximizar sus efectos positivos y minimizar los impactos negativos frente a los que tiene que responder. Reivindicar su rol social, como creadora de riqueza y bienestar para todos con los que se relaciona. Haciéndose útil y conveniente para la sociedad. Dejando un legado que vaya más allá de sus objetivos de corto plazo.
Para alcanzar una conciencia global se requiere un proceso virtuoso encaminado a preservar de nuestro ambiente, nuestras herencias, los valores sociales y respetar los derechos humanos. Lo que permita alcanzar la justicia social y la prosperidad económica. En esto la participación empresarial es crucial por ser fuente de recursos, talento y liderazgo.
Cuando esto pasa, la empresa se convierte casi en automático en poderoso agente de cambio. Por la coherencia y congruencia ética que imprime a sus acciones. La forma en que se relaciona con su entorno. Este proceso debe venir acompañado de un ejercicio similar para otros sectores como lo son el Gobierno y la Sociedad Civil.
Cuando se alinean la ética y la responsabilidad social a sus competencias básicas. La empresa aprende a reconocer el valor de ganar el respeto de la gente, la fidelidad de sus clientes; en el soporte y lealtad de sus empleados, accionistas, colaboradores y su comunidad. Incrementa la capacidad de alcanzar el éxito en su negocio. Abriendo nuevas perspectivas e incluso nuevos mercados.
Es algo a lo que una empresa debe aspirar. Para ser consistente con sus principios y estar en sintonía con las necesidades y preocupaciones de la sociedad.
Cualquier negocio solo prosperará en aquellas comunidades en las que sus habitantes sean capaces de reconocer que les aporta valor. Existe un término japonés -kyosei- que significa armonía entre el negocio y su entorno físico, económico y social.
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