J Felipe Cajiga
Pareciera obvio, pero no lo es tanto si nos detenemos a pensar la respuesta. El recibir un pago por el mismo o ejercer nuestra profesión no son respuestas que en sí mismas nos den una respuesta satisfactoria permanentemente, que hay más allá de vender nuestro trabajo al “mejor postor” ¿Qué es lo que nos hace levantarnos motivados cada día y acostarnos satisfechos y realizados cada noche?
Todos necesitamos un propósito en el trabajo, no importa si lo hacemos por nuestra cuenta o formamos parte de una empresa u organización. Atrás quedaron los días en que éramos impulsados por un buen salario y atractivos beneficios, no quiero decir con esto que no es importante, lo es, pero hoy en día hoy en día la mayoría de los profesionales ven esto como un hecho y lo dan por sentado, necesitan entender para qué están trabajando y cómo su trabajo, puesto o función puesto impacta al mercado, a nuestros clientes, a la sociedad.
Actualmente, los jóvenes que están iniciando sus carreras profesionales desean que su trabajo repercuta en algo más grande trascendente y significativo que solo ganar dinero, tener fama o poder. Se preocupan por conocer como actúa la empresa, cuales son sus valores y las causas que defiende para tomar la decisión de con quien emplearse.
Un trabajo en sí mismo no es ni grandioso ni terrible, la experiencia y cómo la calificamos depende más de lo que aportamos. La mayoría vemos al trabajo como un “trabajo”, nuestra manera de ganar dinero, de mantenernos y comprar lo que necesitamos o queremos. Por momentos creemos que, ascendiendo en nuestro trabajo, es que encontraremos al final la satisfacción plena. El problema es que a veces vamos postergando la búsqueda por la seguridad que llegará quizá cuando nos retiremos. Cuando esto sucede, pierden sentido todos los sacrificios y horas extras, se resumirá en títulos que ostentamos y el dinero que haya quedado en nuestra cuenta. Afortunadamente muchos entienden su trabajo como una misión, es decir, algo socialmente valioso incluso si algunas tareas no son siempre agradables, para ellos.
Las empresas también deben entender que sus colaboradores desean que les den un sentido de propósito en el trabajo y saber cómo su contribución hace una diferencia. El valor en términos de compromiso por parte de los empleados para trabajar con un salario competitivo y beneficios se ha reducido y sustituido por el deseo de trabajar con un propósito y hacer una diferencia a través de sus puestos laborales.
En esto la cultura de la empresa juega un gran papel, porque es la que establece la relación entre los objetivos y valores de la compañía y los de sus colaboradores estableciendo o no un punto u objetivo en común para el cual trabajar. Esto, a su vez si se relación con algo más trascendente, puede brindar a los empleados un mayor sentido de propósito y valor. Haciendo más fácil que apoyen los objetivos de la empresa, se comprometan más con ella y estén más satisfechos con su trabajo.
También se genera un autentico sentido de equipo y colaboración entre todos los integrantes de la empresa internos y externos. El estilo de liderazgo también se ve influenciado, haciendo innecesario y obsoleto el control y supervisión fundamentados en la desconfianza y autoritarismo.
El propósito en el trabajo y la empresa está dejando rápidamente de ser un diferencial y se está convirtiendo en algo imprescindible y esperado. Es lo que marca la diferencia entre un empleado y un colaborador; de un cliente a un apasionado de la marca, porque la relación se construye también con bases emocionales, de confianza y compromiso mutuo.
Encontrar el propósito es posible para todos, es una tarea no simple. Pero no quiere decir que requiera grandes cosas o superar grandes obstáculos. Requiere de toda nuestra atención y cuidado, porque no estamos hablando de una frase inspiradora que se nos ocurra o que resulte de una sesión de lluvia de ideas. Encierra más profundidad que la que dan unas hermosas palabras, debe de resonar dentro de nosotros, nos debe llamar, invitarnos a actuar. Debe ser capaz de reflejarse en el día a día de una organización.
El propósito es algo 24/7, no es algo que vivamos 8 horas diarias y que al terminar nuestras labores quede guardado hasta el otro día. No descansa los fines de semana, ni los días de asueto. Está conectado con nuestro ser y lo que nos hace sentir humanos, lo que nos da trascendencia y conecta con lo que creemos y vivimos todos los días en todos los ámbitos de nuestra vida, Uno y todos a la vez.
El propósito laboral y empresarial no tiene que ver con apoyar una causa social, no habla de apoyos o donativos. Va mucho más allá es una convicción, es para lo que hace lo que hace, es el legado que queremos dejar.
El propósito y su valía no tiene que ver con el tipo de trabajo, ni es exclusivo de los profesionistas o técnicos más preparados, es universal. Puede tenerlo el vigilante, el zapatero, el ingeniero, el maestro, el actor, el cómico, el presidente de una compañía, un activista, si lo saben encontrar y vivir por él. ¿Tú ya encontraste el tuyo?
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